Los momentos en la historia que deciden el futuro de una marca son
excepcionalmente raros. Por lo general, es una larga serie de
discusiones y deliberaciones lo que da forma a las decisiones. No
obstante, en el caso de MINI, existió tal ocasión justo a mediados de
la década del 90, cuando los diseñadores y responsables del proyecto
se sentaron a elegir cómo se vería el MINI del próximo siglo. El
modelo que conocemos hoy como el MINI de 2001 estaba allí junto a
otras propuestas, entre los que destaca el radical MINI ACV 30: un
concepto concebido para llamar la atención que no logró avanzar, pero
que aún sorprende por la gran influencia que todavía tiene en la marca británica.
Cómo nació “El Nuevo MINI”.
El 94 podría ser uno de los años más importantes en la historia de
MINI. Este fue el año en que BMW adquirió Rover Group, el conglomerado
británico de fabricación de vehículos. En ese momento, el Grupo Rover
poseía varias marcas, entre las que destacaba Mini. La idea de una
nueva generación de este icónico automóvil había estado rondando desde
finales de la década del 60, pero nunca había logrado despegar. No
obstante, todo cambió rápidamente una vez que los nuevos propietarios
se incorporaron.
BMW Group tenía grandes ambiciones con la marca y tan solo un año
después puso manos a la obra para la creación de una nueva generación
de MINI, pero existieron opiniones encontradas sobre cómo llevar el
automóvil clásico al futuro. Por un lado, Rover habría mantenido el
camino trazado por el diseñador original, Sir Alec Issigonis. Por
otro, BMW Group quería que el automóvil se convirtiera en un pequeño
deportivo Premium, manteniendo las características originales (su uso
inteligente del espacio y el inconfundible “Go-Kart Feeling”) que lo
convirtieron en un ícono del siglo XX.
Esta estrategia significó una reinvención completa del Mini clásico.
BMW Group encargó a los equipos de diseño de Rover y BMW que crearan
sus propios conceptos para esta nueva generación. Ambos equipos se
pusieron a trabajar y, en octubre de 1995, en el centro del British
Motor Industry Heritage Trust, en Gaydon, presentaron su trabajo. Si
bien las propuestas del equipo Rover se adhirieron al tamaño y la
simplicidad del Mini original, al final se eligió uno de los diseños
del conjunto de BMW, ya que se acercaba más a la imagen Premium que
BMW Group tenía en mente. Ese diseño, creado por Frank Stephenson,
sería la base del nuevo MINI, no obstante, los otros autos exhibidos
en aquella reunión también resultaron importantes en la historia de la marca.
Casi "El Nuevo MINI".
El más famoso de los diseños que no lograron convertirse en “El Nuevo
MINI” fue el primer realizado por Adrian van Hooydonk (por entonces
diseñador de exteriores de automóviles BMW y actual vicepresidente
senior de BMW Group Design). Este inspiró en el pasado deportivo de la
compañía para apuntar hacia su futuro, y si bien la idea fue rechazada
en 1995, se siguió desarrollando como un concept car completo que se
develó al público con el nombre de “Anniversary Concept Vehicle”, o
ACV 30, en enero de 1997. La denominación hacía referencia a las
espectaculares victorias de Mini en el Rally de Monte Carlo,
alcanzadas 30 años antes (1964, 1965 y 1967).
A primera vista, el ACV 30 se parece poco al MINI que recibiría el
nuevo milenio, pero existen muchas similitudes. En aquel momento, el
vehículo se presentó como la versión contemporánea de un
superdeportivo de rally, que rendía homenaje al pasado de Mini. De
esta manera, el ACV 30 no solo no tenía motor delantero como el Mini
clásico, sino que poseía tracción trasera y motor central de 1.8
litros. Esta decisión nunca tuvo la intención de ser permanente y
probablemente haya sido el resultado de usar una plataforma de Rover
Group, pero el vehículo concepto era funcional. El MINI de producción
final tuvo, por supuesto, motor delantero y tracción delantera, al
igual que el Mini original.
Si las miradas pudieran emocionar.
Es importante destacar que el MINI ACV 30 demostró que las
características distintivas, como la parrilla del radiador hexagonal y
los faros redondos del Mini clásico, podían trasladarse a un modelo
futuro. Al ser un auto de rally, este prototipo también recibió cuatro
luces adicionales en su frente que, aunque no se incluyeron en la
versión de serie del MINI, estaban disponibles como accesorio. Los
pasos de rueda abultados también dejaron notar su influencia, aunque
los del MINI final serían más reservados. Sin embargo, los arcos
gruesos no se olvidaron por completo; uno solo necesita observar el
Mini Vision Next 100 de 2016 para detectar las similitudes.
Otros elementos también pasaron a formar parte del primer nuevo MINI,
como los faros grandes, el formato de baúl tipo hatchback y el techo
flotante con los icónicos pilares negros. La carrocería roja y el
techo blanco, por su parte, habían sido retomadas directamente del
Mini ganador de Monte Carlo de 1967, lo que demuestra cuán eternos son
algunos elementos del diseño Mini. El interior del automóvil estaba
casi listo para la producción final y, como era de esperar, sentó las
bases para el diseño definitivo del habitáculo, con su prominente
velocímetro montado en el centro.
El futuro de 1997.
En el estreno del MINI ACV 30, BMW Group dejó en claro que el
vehículo no estaba destinado a ser un anticipo del próximo nuevo MINI,
sino que representaba algunas ideas que la compañía quería incluir en
el nuevo producto. El prototipo real del MINI se presentaría ocho
meses después en el Salón del Automóvil de Frankfurt, en septiembre de
1997, atrayendo la atención de todos los que lo vieron. Pero nadie
olvidó el concept deportivo e impresionante que había sido develado
solo algunos meses antes.
En su estreno, el MINI ACV 30 lideró una vuelta de exhibición antes
del inicio del Rally de Montecarlo 1997, junto con los tres autos
ganadores de la década de 1960 para conectar el pasado con el futuro.
Y en cierto modo, sus ideas todavía siguen vigentes hasta el día de hoy.